Hay un espacio que se
mueve
entre el azogue y el
cristal.No hay rostro definido,
solo una blanca luz como loma de desierto.
Escucho entonces
una voz agazapada de recuerdos,
con sabor a naranja
y un poco de mango que se exprime
en el árbol del viejo patio.
Vuelvo a buscar el rostro perdido
y allí me veo;
en el espacio que se movía
entre el azogue y el cristal…
Del poemario Barquito de papel
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